Ciudad de México, 20 de mayo (SinEmbargo).- La recuperación de una cultura culinaria milenaria, así como fomentar una reflexión más profunda en torno a los alimentos que elegimos colocar en nuestros platos, podría contrarrestar los efectos de la prevalencia de obesidad y sobrepeso en niños del Distrito Federal, la cual asciende a 34.5 por ciento de acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2012).
Con esta propuesta, la doctora Ericka Escalante Izeta, académica del Departamento de Salud de la Universidad Iberoamericana, junto con la licenciada Adina Radosh y la maestra Carmen Mena Rangel, egresadas de esa misma casa de estudios, presentaron en esta universidad el manual Exploradores de comida, una herramienta para el desarrollo de talleres comunitarios, fundamentados en la educación popular, cuyo objetivo se centra en promover la resignificación de la comida desde su significado a nivel social y cultural.
El manual está dividido en cuatro módulos que abordan desde recetas de cocina tradicionales y saludables, hasta las implicaciones sociales, antropológicas y psicoemocionales de la cocina, y propone actividades lúdicas, así como actos de reflexión y toma de conciencia, con la finalidad de que los participantes se responsabilicen de sus elecciones en comida y hábitos.
Las estrategias contenidas en el manual pueden replicarse en diversos contextos, y con poblaciones tanto infantiles como adultas.
OBESIDAD INFANTIL, POR PROBLEMAS EMOCIONALES
Escalante, apoyada por un equipo de trabajo integrado por estudiantes y docentes de la Ibero, ha impartido desde hace dos años talleres enfocados en la prevención de la obesidad infantil en las inmediaciones del pueblo de Santa Fe. En estas primeras intervenciones, el equipo detectó que la población “no identificaba a la obesidad infantil como un problema de salud”, de acuerdo con un comunicado de la institución.
En dicho diagnóstico se determinó no solamente que el entorno ratifica la presencia de obesidad en los niños y jóvenes de la comunidad: también se detectó una correlación entre problemas emocionales y sobrepeso en la población infantil.
“La forma en la que opera la sociedad en la actualidad ha modificado la dinámica familiar, así como la forma en la cual las personas se relacionan con la comida. Ha cambiado la manera de preparar los alimentos, los alimentos que se compran, la forma, el lugar y los tiempos en los que se consumen, y la relación social que se establece con ellos”, expresó la especialista.
Con el manual, “queremos proponer la libertad de elegir lo que se quiere y lo que no se quiere con respecto a nuestra alimentación. Los usuarios tienen control de sus hábitos”, señaló Escalante. Añadió que las dietas restrictivas suponen un menor índice de adherencia.
Por su parte, la licenciada Adina Radosh, colaboradora del proyecto, egresada de la Licenciatura en Diseño Industrial de la Ibero y actual estudiante de la Maestría en Antropología en la misma casa de estudios, señaló que a los problemas ya mencionados se les agrega “un panorama alimentario confuso, y muchas veces contradictorio”, en el que resulta complicado entender qué representa “una buena comida”.
De acuerdo con la doctora Florence Théodore, reconocida socióloga e investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública, quien fue invitada como lectora del manual, “la obesidad en México es la punta del iceberg de un problema sistematizado muy extendido en la población”.
“La información es limitada y confusa, las personas no saben lo que comen, y los alimentos son cada vez más industrializados y procesados”, aseguró Théodore, quien consideró que las políticas utilizadas para contrarrestar la epidemia de obesidad en México tienen un corte impositivo, en el que no se considera la dimensión social en la que se inscribe la alimentación.
VOLVER A LAS RAÍCES
La propuesta del manual Exploradores de comida no sólo permite a sus usuarios recuperar recetas y modos de preparación que se remontan a los periodos prehispánico y colonial, sino que también los invita a reflexionar sobre su relación personal con la comida, desde una perspectiva antropológica, social y psicoemocional.
Reivindicar nuestra riqueza culinaria podría ser una herramienta para afrontar problemas de salud que cada vez son más prevalentes en nuestro territorio, consideró la maestra Miriam Manrique, antropóloga especializada en el significado cultural de la cultura alimentaria mexicana, quien también acudió a la presentación del manual.
La industrialización ha hecho que las personas tengan que desplazarse grandes distancias, lo cual les impide comer en sus hogares, recordó Manrique.
“Los trabajadores recurren a las cocinas económicas, pero por la pauperización cada vez es más difícil costear los precios de estos establecimientos. En los estratos medios, se privilegia el consumo de la comida rápida, debido a la influencia de los medios de comunicación que promueven estilos de vida importados de Estados Unidos”, continuó.
El manual se contrapone a estas tendencias, por medio de técnicas como el sociodrama, las visualizaciones y la identificación de habilidades personales: “Hay una gran medicalización de la nutrición: yo te digo lo que tienes que hacer, y lo tienes que cumplir. Como una receta, y no una elección. Esto puede resultar contraproducente”, aseguró Escalante, quien recalcó la importancia de la reflexión del individuo y el autoconocimiento si se quieren lograr metas referentes a la salud.
Entre los colaboradores del proyecto se encontraron estudiantes de las Licenciaturas en Comunicación, Nutrición y Psicología de la Universidad Iberoamericana, y las académicas Alicia Parra, Teresa Ochoa, Silvia Gutiérrez y Ana Bertha Pérez Lizaur. Contó con el apoyo del patronato Fomento de Investigación y Cultura Superior (FICSAC), del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y del Instituto de Nutrición y Salud Kellogg’s.